El Imperio romano de Oriente, también conocido como Imperio bizantino o Bizancio, fue la mitad oriental del Imperio romano desde el año 395 hasta su caída en 1453. Su capital fue Constantinopla, fundada sobre la antigua Bizancio, una ciudad colonial griega. A lo largo de su historia, el Imperio bizantino mantuvo un carácter helenístico, adoptando el griego como lengua oficial y el cristianismo como religión estatal.
Durante sus primeros siglos, el Imperio enfrentó múltiples desafíos, incluyendo guerras contra sasánidas, normandos, búlgaros, árabes y turcos. Alcanzó su máxima extensión bajo Justiniano I, quien reconquistó partes de Italia y la costa mediterránea occidental. Sin embargo, la plaga de Justiniano y las guerras agotaron sus recursos, y la expansión árabe llevó a la pérdida de provincias clave como Egipto y Siria.
El Imperio experimentó ciclos de declive y recuperación, con períodos de estabilidad bajo dinastías como la isáurica y la macedonia, y un renacimiento cultural y militar. La Cuarta Cruzada en 1204 marcó un punto crítico, con el saqueo de Constantinopla y la fragmentación del Imperio en varios estados. Aunque Constantinopla fue recuperada en 1261, el Imperio nunca recuperó su antiguo poder y finalmente fue conquistado por los turcos otomanos en 1453.
El Imperio bizantino fue un bastión del cristianismo, un centro comercial clave y un puente entre Oriente y Occidente. Su legado incluye la conservación de textos clásicos, la influencia en leyes y sistemas políticos, y la evangelización de pueblos eslavos. La cultura bizantina combinó elementos helénicos, cristianos y orientales, reflejados en su arte, arquitectura, literatura y música.
La administración imperial estaba centrada en el emperador, quien tenía autoridad religiosa y política, apoyado por una estructura administrativa y un ejército organizado en temas. La religión ortodoxa y la Iglesia jugaron un papel fundamental en la cohesión del Imperio, aunque también hubo conflictos internos como la querella iconoclasta y el cisma con la Iglesia occidental.
La economía se basaba principalmente en la agricultura y el comercio, con Constantinopla como un importante nodo comercial. La moneda bizantina, especialmente el sólido y el besante, tuvo gran prestigio. La arquitectura bizantina destacó por sus iglesias con cúpulas y mosaicos, mientras que la literatura y la lengua evolucionaron hacia el griego medieval.
En resumen, el Imperio bizantino fue una entidad política y cultural compleja que perduró más de mil años, influyendo decisivamente en la historia de Europa y Oriente Medio, y dejando un legado que perdura hasta la actualidad.
| Autor: | — |
| Editorial: | — |
| Año: | — |
| Números: | 3 |
| Género: | Historia, Imperio, Civilización |
| Idioma: | Español |
| Leer en: | Por el Imperio – Doncomic |